Eso decimos nosotros, que los chinos, rusos, etc, siempre han dicho que trabajar. Porque el niño es un adulto pequeño.
Entonces cuál es el interés del adulto?. Pues su interés es discutir hasta morir para que prevalezca su interés frente al interés del vecino. Y esto está, al parecer, justificado. He de defender mis intereses, pero a cambio de qué. La ley del embudo: para tí lo estrecho y para mí lo ancho. Tengo razón yo, tú no la tienes. No te pases de la raya. O me salto la vaya, la de Melilla. Todos bajo nuestro interés. Prefiero jugar como los niños. Prefiero: hoy por mí mañana por tí. Prefiero en todos los lugares se cuecen habas. Y el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Pero no, defiendo mis intereses, mi imagen. Esto no se acaba nunca.
Es la tontería democrático burlona del ser humano y del niño, claro. En fin, después la naturaleza se queja: los sunamis, los volcanes, las inundaciones y el cáncer. Qué esperamos de la defensa de nuestros intereses por encima de todo: nuestro interés principal es defender nuestros intereses en esta vida, por eso la naturaleza nos responde con la misma moneda. Y algo de moda: qué es lo siguiente de la tontería?
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